sábado, 26 de enero de 2013







Culturas urbanas del sur de Quito trabajan juntas





Doce jóvenes de culturas urbanas tan distintas como el hip-hop y el rock, así como de la afroecuatorianos y los denominados comunes, se unieron para formar una sola agrupación, Copit’s. Los miembros de la organización se reúnen en la Casa de Acogida Yemanya (av. Maldonado y Alpahuasi). Al observarlos cada uno de ellos es distinto, desde su forma de vestir hasta su modo de hablar. Los chicos del hip-hop visten ropa holgada, buzos sueltos y con capucha. En cambio, los roqueros lucen prendas negras. Estas diferencias van desapareciendo a la hora de hablar sobre su proyecto. “Hace un mes creamos el grupo. La idea surgió con el fin de compartir y no dividir a la juventud del sur”, señala Jefferson Cabrera, ‘un chico normal’, como se denomina. QV Salazar, miembro de la cultura hip-hop, señala que la idea de los jóvenes surgió porque entre miembros de la misma cultura existen enfrentamientos, y estos son mayores cuando las ideologías y gustos son distintos. “En conciertos de diferentes agrupaciones urbanas, por cosas pequeñas pelean. Ninguno quiere que otro le organice”. Esta realidad fue la que los llevó a unirse, señala Madelein Plaza, una ‘rocker’, vestida de color negro y rojo. “No es necesario pelear en las calles porque somos distintos, sino unirnos y buscar beneficios para toda la comunidad”. Diego Brito, director de la Corporación Roquera Cultural al Sur del Cielo: “Somos distintos en gustos musicales y símbolos. Pero tenemos las mismas necesidades y luchamos contra el mismo sistema caduco. Separados no logramos nada”. Para Cristian Gutiérrez, un ‘rocker’, el objetivo del grupo es unir a más jóvenes, en beneficio de la población de la ciudad. Para lograrlo, los Copit’s están organizando talleres en el Centro de Desarrollo Comunitario de la Atahualpa. Los chicos dictarán cursos sobre grafitis, serigrafía, comunicación, etc. “A pesar de ser muy distintos podemos colaborar todos. Por ejemplo, vamos a formar el grupo de percusión musical y los chicos de serigrafía y grafitis van a elaborar las camisetas y pancartas para las presentaciones del grupo. De eso se trata: hacer de nuestras diferencias nuestras mejores aliadas”, señala Brigitte Chávez, miembro de la cultura afro. En el grupo el aprendizaje es continuo. Josué Núñez, hip-hop, mientras diseña el logo del grupo indica algunas técnicas a sus compañeros sobre el grafiti. “El logo podría ir en 3D. Se gastaría USD 21 en la caja de pinturas”. Para Iván Pino, productor de Zaga Hispana, grupo de música hip-hop, solo aprendiendo de las demás culturas urbanas podrán ser amigos, valorar al otro y sacar adelante el proyecto. Los chicos plantean nuevas técnicas para atraer a más jóvenes al grupo. “Estamos convocando por las redes sociales, Facebook, Twitter, My Spaces, entre otras. Queremos que dejen las calles, los videojuegos, etc., y asistan a los talleres”, señala Cabrera. Este mes, asistieron aproximadamente 30 jóvenes de los colegios Central Técnico, Benito Juárez y Andrés F. Córdova. Para Brito y Espinoza, la fórmula para que el proyecto tenga éxito es la paciencia, conocimiento del otro, tolerancia, amistad y conciencia de que sin importar la agrupación, todos son seres humanos y merecen respeto.










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